Las palabras tocan el alma

Las palabras hirientes pueden destrozar el alma, pueden cargarse la (mínima) autoestima existente, pueden borrarte del mapa en cero coma. Al igual que las palabras amables, cariñosas, o que vienen del mundo de los afectos pueden curar, o generar placer, sorpresa, alegría.  Todas las palabras producen una descarga emocional. No tengas miedo de las palabras afectivas. Una palabra expresada en el momento equivocado puede destruir lo que se había construido. Seguro que todos lo hemos experimentado alguna vez, una mala expresión en un momento inadecuado, hace que el otro se enfade, moleste, o, una pareja que se rompe por lo que se dijo desde la ira. Las palabras curan o destruyen. No debemos olvidarlo. No perdamos de vista que las palabras son una manifestación de nuestro mundo interior. 

El poder de las palabras afectivas 

Tampoco seas tacaño, es un mal social de estos tiempos el no querer usar las palabras afectivas por considerarlas ridículas o porque para algunos expresan debilidad. El poder de las palabras afectivas reside en su alto contenido emocional, emociona a quien lo recibe, a la par que la persona que lo emite, siente la emoción de lo que está expresando. Las palabras afectivas, tienen poder curativo, por su fortaleza, son semillas, nos ayudan a sembrar amor en los corazones más dañados, nutren y recomponen las almas más rotas.

Al expresarnos desde el afecto, liberamos emociones que en ocasiones, por no ser expresadas nos oprimen, bloquean. En cuanto hablamos sobre lo que nos bloquea, sentiremos el alivio y la liberación del dolor o del sufrimiento que encerraban las emociones relacionadas, soltando lo que nos causaba un silencioso sufrimiento. Con palabras de amor, comprensión y afecto se puede inyectar fortaleza, motivación, valor, coraje o determinación en los demás. No tengas miedo de ser amable y decir lo positivo, bueno, maravilloso que hay en los que te rodean. No tengas miedo de decirle a los tuyos cosas estupendas. No tengas miedo de decir por ejemplo: «me encanta tu valentía, como afrontas la vida», porque a veces, las cosas no son tan fáciles para esa persona, pero tú, con un simple gesto, puedes ayudarla a sentirse motivada, aliviada o gratamente sorprendida por tus palabras.

Menos crítica y más afecto

La crítica es buena porque nos ayuda a mejorar como seres humanos, como sociedad. Nos aporta puntos de vista distintos, perspectivas diferentes, nos enriquece. Sin embargo, estamos tan saturados de críticos severos, que nos hemos olvidado de las palabras de afecto, esas que realmente nos motivan para seguir adelante, las que nos dan aliento cuando estamos a punto de tirar la toalla. Por eso, y entre otras,  las palabras de afecto valen oro en estos días donde todos tienen algo que criticar, algo que rebatir y tratan de callarte como sea, o sencillamente no te escuchan.

No nos han enseñado a comunicarnos de una forma afectiva y asertiva

Es esencial ser asertivos, utilizar palabras amables con los demás, nos aportan pequeñas dosis de sentimiento, de alma, nos marcan emocionalmente. No todos sabemos dar rienda suelta a lo que sentimos. No todos sabemos poner las palabras adecuadas y justas a lo que sentimos, toca aprender. Nos resulta difícil, extraño, ridículo e incluso inusual hacerlo ya que nos han enseñado a no mostrarnos “por dentro” y a ocultar nuestros sentimientos. Nos educaron en no compartir nuestro sentir, nos han enseñado que compartir eso, es síntoma de debilidad. Es entonces, una dificultad basada en una idea errónea, en creencias que nos limitan. No es solo una forma de camuflarnos, que lo es, es también una falsa “dureza emocional” sino también una falta de educación emocional. Hay que aprender a expresar afectos y a gestionar nuestras emociones.

El dolor de no poner palabras a nuestro sentir

Debido a que no nos han enseñado hacerlo y a nuestras creencias, solemos mostrarnos fuertes, duros, insensibles, sonrientes, ignorando nuestros sentimientos, porque creemos que así, nos exponemos menos al dolor y al sufrimiento de que nos hagan daño. La realidad es otra, dolor es precisamente lo que sentiremos cuando no expresamos lo que sentimos. No expresar nuestro sentir, nos quiebra, nos rasga por dentro.

Palabras «bálsamo»

Sí. Hay palabras bálsamo, que nutren, que abrazan, que calman, que reconfortan. Si nos enseñasen a utilizar las palabras afectivas desde la infancia descubriríamos su fuerza, tanto por escucharlas, como por expresarlas. Tienen el poder de mostrar nuestro interior y conectar con el interior de la otra persona. Si cerramos los ojos y escuchamos  palabras amables, serán como bálsamo para el alma, nos reconfortarán a niveles insospechados. Sirven como medicina. Nos sentiremos mucho mejor, tienen poder curativo. Hagan uso de las palabras medicina. Expresen su sentir. Es sanador. Sería lo ideal reeducar, alimentar y restaurar nuestra forma de expresarnos, por nosotros, por los demás.

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