Quizás el secreto esté en parar y mirar dentro
Seamos realistas. Vemos gente que se come la angustia tragándose un paquete de cigarrillos, el otro que corre y corre como un loco a ver si el viento en la cara le vuela ese agujero en el pecho y el peso que oprime sus neuronas. Otros se se comen las uñas junto con los nervios y la ansiedad paralizante. A otros le dan por cualquier alimento (galletas, chocolate etc.) que va a parar a la boca, sin tener ni la más mínima noción de que lo que intenta matar- y no es el hambre- al menos no el hambre de verdad, no ese no. Venimos de la época navideña ¿cuantos kilos has pillado? Otros le dan compulsivamente a las redes sociales, al sexo, o a lo que sea que los tengan enganchados, lo que sea, con tal de sentirse algo vivo por un instante.
Cualquier cosa vale con tal de no mirar dentro. Es que somos tan jodidos con nosotros mismos que cuando peor estamos, es cuando más nos castigamos. Porque todo eso que te agobia y en lo que te refugias, te come por dentro… Todo lo que haces y te tiene enganchado en exceso, sabes que no te hace bien, lo sabes, lo empeora todo. No te olvides de sumarle la “culpa” de hacer algo que sabes que no te hace bien.
Lo dicho, pregúntate:
¿Qué es lo que no quieres?
No comes así por hambre. No corres así por deporte. No tienes sexo compulsivo por puro placer. No estás en redes por aburrimiento. No conoces gente sin parar por aburrimiento, por soledad. Te escondes. Ocultas. Cierras los ojos. Te pones los auriculares para no escuchar tu corazón. Date cuenta. Mira tu alma. Mírate al espejo.
Quizás el secreto esté en parar. En sentir. En resetearse. En recordar que en ese abandono, lo que te falta, es encontrarte a ti mismo, no abandonarte. Quizá sea hora de pedir ese abrazo, o ayuda. Habla con quién te escucha. Llora. Grita. Patalea. Pide. Da. Haz.
¡Muévete no eres un árbol!
¿Estás dispuesto a cambiar tu vida?¿Estás listo para cambiarte a tí mismo? Cuál sea la edad que tengas, lo que hayas pasado, siempre es posible renacer, el pasado, pasado está. No te quedes anclado a él. Suelta, pero no te sueltes a ti.