No es sólo difícil, a veces es imposible, es verdaderamente un milagro que suceda, porque somos diferentes, las experiencias pasadas los conocimientos de cada uno son diferentes, las personalidades son diferentes. Son mundos que hablan «idiomas» distintas.
Sólo en relaciones de máxima confianza y con un conocimiento mutuo brutal pueden comunicarse incluso sin palabras, solo con una mirada, un gesto. La comunicación sucede entonces con una mirada, con un pensamiento, es una unión, un vinculo invisible. Pero las mentes pensantes, las complejas, están abocadas al choque, al conflicto, a la no comunicación.
Matices, matices y más matices
Cada frase, tiene matices, tonos, significados diferentes, libres. El lenguaje no es el problema, porque entran en juego las experiencias, las mentes, los pasados, los patrones, los hábitos, las interpretaciones, las personalidades diferentes. Cada elemento suma algo más al no entendimiento.
Me preguntarás ¿por qué es tan difícil comunicarse? Sencillamente sucede. Dos no se entienden si uno no quiere. Hay que aprender el «idioma» del otro. Cuando estás profundamente enamorado de alguien, por ejemplo, sucede con mucha frecuencia y también es cierto que a veces el lenguaje no es necesario, sobra.
Las vibraciones de cada uno ya se comunican entre sí, las almas hablan su propio idioma, por eso la comunicación verbal ha de ser directa, sana, sin manipulación, de otra forma es siempre una disputa, un conflicto sútil o directo. Dices algo, el otro entiende otra cosa y todo se convierte en un constante malentendido retroalimentado hasta llevarte al caos.
Si realmente queréis comunicaros, sed cada vez más amorosos, porque es necesario el amor, no el lenguaje. Y empatía, mucha empatía. El lenguaje es una barrera, el amor es el puente. Si realmente queréis comunicaros, empezad a escabulliros de vuestra mente, de la mundana manipulación emocional del otro, y, sucederán milagros.
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