A todos nos pasa. Hay días que te comerías el mundo y en cambio otros, en los que el mundo te come a ti. Es importante darle lugar a la tristeza. Admitir que a veces estamos tristes. Tenemos decepciones, perdemos la motivación e ilusión por algo que nos rompen el corazón o nos ha dañado o, el daño lo has hecho tú y te sientes mal por ello. Sea cual sea el motivo, necesitas dedicarte este ratito para ti. Permítete estar triste. Hacer visible la emoción, prestarle atención. En tiempos de exaltación de la alegría y la felicidad impostada, con tanto postureo en redes sociales, con tanta creación de contenido que vende la felicidad y la alegría constante, no está bien visto hablar de la tristeza, mucho menos sentirla y ni hablamos de exteriorizarla.
No puedes sanar, en el mismo ambiente (tóxico) que te ha venido martirizando. Así que, por más difícil que sea, toma tus zapatos mas cómodos, agarra camino, pon destino y practica el desapego. Cuando algo malo te suceda, tienes tres opciones: dejar que te marque, dejar que te destruya, o dejar que te fortalezca. Llora hasta que no duela. Todo lo que te molesta te enseña a tener paciencia. Todo lo que te abandona y te tumba, te enseña a amarte a ti mismo y cómo levantarte. Todo lo que te altera o enoja, te enseña a perdonar y ser compasivo. Todo lo que tiene poder sobre ti, es para enseñarte a tomar el poder de vuelta. Todo lo que odias, te enseña a amar incondicionalmente. Lo único que te llevas de ésta vida es lo que vives… así que vive todo lo que te quieras llevar. Cuanto más consciente eres de las cosas buenas que hay en tu vida, más cosas buenas se seguirán manifestando.
Está claro que la tristeza no es una emoción agradable, no nos gusta sentirla ni que nuestros seres queridos estén tristes. En general, la sociedad tiende a rechazar u ocultar esta emoción. Está la típica frase de “no estés triste, no merece la pena”. Pues se equivocan, sí merece la pena estar triste, la vida no siempre es de color de rosa, no siempre las cosas salen como nos gustaría. Y a esto, encima hay que añadirle la presión de no estar triste, o que no se note. ¿No estás cansado de fingir una sonrisa o maquillar tu tristeza para que otros no se den cuenta o se preocupen? cuando lo que todo tu organismo lo que te pide es llorar o gritar, en definitiva, sacar ese dolor que tienes dentro y tanto pesa. ¡Tienes derecho a estar triste! Sí, lo tienes. Basta ya de estar siempre fuerte para los demás. Tienes derecho también a derrumbarte y a no sonreír si no te apetece en ese momento, incluso a llorar. Si no te permites estar triste puedes llegar a somatizar la tristeza, y no es más que eso, emociones guardadas y ocultas que intentamos no sacar y cuando no podemos más, estallamos o nos rompemos.
En este caso nos estamos refiriendo a la tristeza, pero es importante que aprendas a escuchar y gestionar todas las emociones. Todas ellas tienen una función y nos llevan a actuar de una forma u otra. Escucha a tu tristeza. Tiene algo que decirte importante. Puede que sea que hayas acumulado mucho, o que no debes ser siempre fuerte, o igual has de pedir ayuda o, necesitas parar. Si intentamos callarla o la ignoramos no se va a ir. Es más, se va a ir acumulando y puede explotar como si fuese una olla exprés. Perdónate. Tus equivocaciones forman parte del aprendizaje de la vida y te han hecho a ti mismo. Libérala. Una vez sepas por qué permanece tu tristeza y no se iba, es hora de que la dejes marchar. Toda emoción, tiene su principio y su fin. No la retengas. Así, dejarás espacio para experimentar otras emociones. De lo contrario, estarás tan centrado en la tristeza, que eclipsará al resto y no las podrás disfrutar. Dedícate unas palabras bonitas. Refuerza esas fortalezas que son las que te dan la energía para continuar adelante. Necesitamos darnos mimos y cariño. Agradécete todo lo que has hecho para llegar hasta donde estás. Abrázate. Quiérete mucho. Busca un espejo y mírate, no para encontrar fallos sino para encontrarte a ti mismo. Sé lo más sincero que puedas. Busca tus ojos y conecta contigo. Di en voz alta la frase: “te quiero”. Tal vez lleves mucho tiempo esperando a que alguien te valore y te lo diga, sin darte cuenta que esa persona estaba dentro de ti. Cuando seas capaz de hacer esto por ti, ya habrás hecho mucho. Nada de lo que venga del exterior te ayudará, las soluciones están dentro.
Hay que aprender a gestionar la tristeza, desde luego que sí. Tus días tristes te ayudan a desconectar del exterior y a conectar con tu yo interior. Tras la tormenta, llega la calma. Necesitas escuchar a tu yo interior en esos días tristes para entenderte mejor. Solo cuando empieces a hacerlo realmente, tus heridas empezaran a cicatrizar y poco a poco irá doliendo menos. Comprender esto es la clave para empezar tu camino y llenarte de ti, con amor propio. En el camino te encontrarás muchos días nublados así como otros soleados. Ambos son importantes, porque sin el uno no apreciaríamos al otro. No hacer nada al respecto, o huir de los problemas no nos ayuda. Hay que aprender de ellos, viviendo tus emociones plenamente, dandole voz, escuchándolas.
Te pregunto, ¿cuándo fue la última vez que te permitiste estar triste? ¿Y cuando escuchaste por ultima vez a tus emociones?
Gracias, gracias, gracias.
A.
Preciosa Anka,
Me quiero y… te quiero!!!
Besos y mejor semana
Adriana
Gracias e igualmente bonita.
A.