Perdón Vs. Resentimiento Vs. Ego.

“Acepta. Sólo tu alma sabe porqué vive lo que tiene que vivir”

Todos hemos pasado y vivido procesos complejos, duros, difíciles, traumáticos, en los cuales los más cercanos a nosotros nos dañan, nos lastiman, nos rompen. Vivimos con resentimiento y dolor, vivimos en el resentimiento y el dolor. Y es insano.

El perdón es no resistirse al flujo de la vida, no resistirse a “lo que es”. Es una actitud honesta, abierta, respetuosa y muy poderosa, que expande. La resignación contrae. En terapia es importante llegar a la aceptación de las circunstancias que se han vivido y que se viven. Además, es importante aceptar la emoción oculta. Cuando nos encontremos enfermos o desarmonizados, podemos reflexionar: ¿dónde me estoy fallando a mí mismo, en qué no soy coherente conmigo mismo? Desde fuera se ve más claramente y con mas objetividad la incoherencia, ya que es difícil percibirla en uno mismo. Hay que encontrar y propiciar la toma de conciencia de esas emociones ocultas que hay detrás de todo acontecimiento traumático, estresante, desequilibrante.

La emoción oculta

La emoción oculta tiene que ver con lo que no pudimos ni supimos gestionar en la infancia. O bien, con esa emoción que lesiona y distorsiona la imagen que tenemos de nosotros mismos: imagen que construimos para ser queridos y aceptados. La mente (el ego) tapa o evita esa emoción que considera “inaceptable”, aunque el corazón la sienta, y entonces, entramos en incoherencia cardíaca. En el núcleo de toda incoherencia está la defensa de nuestra propia imagen, de nuestro Yo. Por eso el perdón, en otras palabras, es renunciar al ataque y a la autodefensa en nuestra mente. Dejamos de luchar contra y con nosotros mismos, y aceptemos las cosas como son. Y cuando esto ocurre, todo cambia. Todo.

Por consiguiente, cada vez que luchamos, cada vez que hay negatividad en nosotros y logramos detectar en ese momento que hay algo que goza con esa negatividad, o cree que tiene un propósito útil, tomamos conciencia de nuestro ego directamente. Cuando eso sucede, la identidad pasa del ego, a la conciencia, y eso significa que el ego se empequeñece mientras que la conciencia se agranda. Esta compresión trae consigo perdón, compasión, paz.

El resentimiento

Es la emoción que acompaña nuestras lamentaciones, a nuestros rótulos mentales y refuerza todavía más el ego. El resentimiento equivale a sentir amargura, indignación, agravio u ofensa. Resentimos la codicia de la gente, su deshonestidad, su falta de integridad o de sensibilidad, lo que hace, lo que hizo en el pasado, lo que dijo, lo que no hizo, lo que debió o no hacer. Al ego le encanta. En lugar de pasar por alto la inconsciencia de los demás, la incorporamos en su identidad. ¿Quién lo hace? Nuestra inconsciencia, nuestro ego. Algunas veces, la “falta” que percibimos en otra persona ni siquiera existe, por eso el perdón es el agua que extingue los incendios del alma.

«La compasión sólo es posible cuando la comprensión está presente.”

Thich Nhat Hanh

El perdón

Es el desapego, es comprensión, es aceptación, es soltar la memoria de dolor que se sostiene por un poder mental: el juicio. Ese es el camino de liberación de la mente. “Soltar” es liberarse de las creencias limitadoras, de los resentimientos, de los pensamientos y emociones dolorosas enquistadas; de los nudos de odio y de rencor y, sobre todo, liberarse de una amarga y profunda culpa. “Per-donare” proviene del latín: soltarlo o darlo todo. ¿Dar qué, soltar qué? El perdón filosófico o transpersonal no tiene nada que ver con lo que se suele llamar perdón, en las religiones. Bien entendido, es un acto terapéutico que va quitando culpa en la mente para restaurarla y recordar la unidad esencial. Es soltar.

En última instancia, el perdón transpersonal brota al comprender que no hay culpa, que nunca la ha habido, ni nunca la habrá, que no tengo nada que juzgar, por lo tanto, no tengo nada que perdonar. Cada uno hace lo que sabe y lo que puede en cada momento, en cada fase de su desarrollo, según su propia modalidad de conciencia, y es liberador, profundamente liberador perdonar, es el inicio del profundo cambio interior, del crecimiento exponencial.

Epícteto dijo: “el que culpa a los otros de lo que le sucede es un ignorante (proyecta afuera la responsabilidad de lo que le sucede, culpa o acusa a los otros). El que se acusa a sí mismo es un caballero, (está aprendiendo a responsabilizarse de sus acciones y reacciones). Y el que no acusa a los demás ni a sí mismo, ése ha terminado su educación” no ve culpa afuera ni adentro, está despierto, consciente, libre.

En definitiva, el Perdón es poderoso.

Perdonar, es esa gran tarea que no nos permitimos tan a menudo. Ser conscientes de que nosotros también hemos podido hacerle a otra persona lo que hoy tanto nos duele que nos hagan; ayuda a poner un poco de perspectiva, y con un poco de suerte a bajarle el volumen a nuestro rencor y a nuestro ego. Perdonar es un regalo que nos hacemos a nosotros mismos, porque supone dejar de caminar con el veneno del rencor dentro de nosotros y seguir el camino sin cargas, sin asuntos pendientes y habiendo trascendido el pasado. Pensamos que el rencor es hacia otra persona, pero siempre acaba siendo hacia uno mismo si se dilata en el tiempo, al no irse lo acabas pagando tú. Decía Shakespeare que “el rencor es un veneno que se toma uno esperando que quien se muera sea el otro.” Creo que con esa frase queda todo explicado.

“El que es incapaz de perdonar es incapaz de amar.”

Martin Luther King

Gracias, gracias, gracias, en especial por su tiempo.

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6 Responses
  1. Manuel

    El perdón es necesario, pero nos cuesta tanto reconocer que así nos va, mucha gente debería leerlo, pero el ego no nos deja reconocer, gracias por el artículo Anca

  2. Noemi

    Increible Anca es algo que te hace pensar cuando vivimos en el dolor y todo lo negativo es muy completo enhorabuena bendiciones Anca ❣

    1. Muchas gracias Noemi, muchísimas gracias, es mi sentir, mi forma de verlo tras comprobar el poder del Perdón, en mí, y en otros. Gracias por tus amables palabras.
      Fuerte abrazo.

    1. Muchísimas gracias eres muy generoso. Sin haber perdonado, mi evolución y crecimiento hubiese sido otro…
      gracias por todo, ¡gracias, gracias, gracias!

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