Acompañar al otro

Acompañar el camino del desarrollo transpersonal, sirve para hacer un viaje inteligente y amoroso al interior del otro, algo que hemos llegado a titular como el turismo iniciático del futuro, el turismo del alma humana. Algo estrictamente necesario.

En realidad, los insospechados episodios que en nuestras consultas acompañamos no sólo nos señalan la diversidad que enriquece, sino que, además, y en muchos casos, quien acompaña procesos terapéuticos, siempre lo hace también como alumno de la vida y sentirá que eso, que le pasa al de al lado, es casualmente algo que en alguna medida también le ha pasado alguna vez a él, y sabe lo que el otro siente.

El camino

El camino de la transformación nos recuerda al conflicto de cada oruga mientras se transforma en mariposa, lejos de parecer vulgar o negativa, supone una de las palancas más importantes del crecimiento humano. 

En el proceso

Aparecerá el dolor que nos hace buscar y por el que ponemos en marcha la espoleta de una bomba para muchos ansiada: el cambio por el que crecemos, maduramos y aprendemos a vivir con plenitud. Un cambio al que nos resistimos y precisamente por esta resistencia es por lo que sufrimos tratando inútilmente de detener el imparable proceso de abrir nuestra mente y nuestro corazón al flujo milagroso de amor y consciencia. 

En realidad, cuando la crisálida se abre y en este nuevo estado se revela la lucidez, comprendemos que el anterior conflicto y “descenso a los infiernos” sirvió de punto de partida de una toma de conciencia y, en muchos casos, de puerta de entrada a un camino renovado y más consciente, eso nos expande.

Una terapia eficaz conlleva:
  • Un profundo nivel de conciencia
  • Un gran sentido común.
  • El amor que se deriva de todo ello.

El hecho de ofrecer una visión integral a los que acompañamos, supone no sólo ofrecer alivio y claridad sino redescubrir un Camino Mayor que da sentido a la vida. Acompañamos un viaje inteligente y luminoso al interior del otro. El dolor de la oruga es el motor de la búsqueda hacia la mariposa que seremos. El conflicto y “descenso a los infiernos” suponen una puerta de entrada a la renovación y a la presencia.

Todo forma parte del todo. Honro a los valientes que se atreven a iniciar su propio camino de indagación, profundización y crecimiento personal. 

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