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Depresión, la travesía solitaria

No hay mayor soledad e incomprensión que la que hay envuelta en la depresión

Según la OMS, la depresión es una enfermedad que se caracteriza por la presencia de tristeza, pérdida de interés o placer, desesperanza, sensación de cansancio y falta de concentración. Además, suele cursar con sentimientos de culpa e inseguridad. Este estado de ánimo interfiere en el día a día de la persona, afectando directamente en su vida. Es una enfermedad muy grave, terriblemente limitante y con un sufrimiento tremendo, que de no cuidarse en mirar de frente, te destruye sin piedad. 

Desde que se declaró la pandemia, nos sentimos más solos y más incomprendidos que nunca. Igual en breve nos tendremos que enfrentar a la pandemia de la depresión, a saber, pinta tremendo el panorama… La depresión tiene parcelas que no trascienden fuera. Se quedan dentro. A veces, si hablas sobre ello, corres el riesgo de no ser comprendido. Que sufras de cualquier enfermedad física no es cuestionado, nadie piensa o dice, ah, tiene una patología crónica en el riñón, o, padece de migraña, nadie te mira raro, no, no ocurre así, sin embargo con la depresión no pasa lo mismo ¡y lo saben! Si lo comentas fuera de tu círculo intimo, eres carne de cañón para ser juzgado, etiquetado, no comprendido. Pero el dolor y la angustia es tal, que te puede llevar a pensar en el suicidio.

Enfrentarse a uno mismo

Es difícil para quienes sufren depresión enfrentarse al dolor que conlleva. Este padecimiento altera todas las áreas de la vida, se necesita apoyo en todas las aristas. Pone todo del revés. Se ha constatado que, si uno es capaz de hacer un vínculo positivo con al menos una persona, es más fácil salir adelante.

También hay que ver, que no es fácil para el entorno intimo, ver sufrir a los que queremos a causa de la depresión. Por mucho que queramos saber (y es normal preguntarnos qué es lo que podemos hacer para ayudar) no hay forma de cruzar las corazas y las barreras que una persona depresiva pone para preservar su dolor y sufrimiento. Ayudar y ser compasivo con la historia dolorosa que puede haber detrás de una persona que sufre depresión,  es muy loable y siempre hay dudas acerca de cómo acompañar a alguien que la padece, quizás algunos de estos aspectos aporten algo de luz: 

Escucha, atención, amor

La escucha activa en sí es muy poderosa.  Escuchar sin juicio puede ser complicado, pero es fundamental hacerlo con una mirada amable, compasiva.

Respetar los ritmos es esencial. Las personas que sufren depresión pueden tender al aislamiento, está bien animarlas a que salgan, tengan un mínimo de vida social. Si no está preparada o no le apetece, respetemos su decisión, hay que ser comprensivos, pacientes.

Validar los sentimientos y emociones del otro le ayudará a sentirse comprendido. Cuando invalidamos las emociones ajenas podemos generar culpa, la persona que sufre, puede interpretar que no tiene derecho a sentirse como se siente. Por ejemplo, si alguien dice con desesperanza que se encuentra mal y que no puede más, no será efectivo decirle “no te preocupes”, “no estés mal”, “¡sonríe, mira las cosas buenas que tienes a tu alrededor!” No hay nada peor que el «anímate» que siempre se dice con la mejor intención, es una invalidación emocional que te hunde más en la culpa, salir de ese estado no depende de tu voluntad.

Trasmitir apoyo y esperanza. Hazle llegar el mensaje de que no está solo, que tiene cerca a alguien que le apoya en quién poder confiar y que hay una luz al final del túnel.

No todos saben pedir ayuda, puedes sugerirle que reciba ayuda profesional No olvidemos que la ayuda profesional es imprescindible para su mejoría.

Todos hemos experimentado alguna vez el bloqueo de nuestras emociones

Eso, puede derivar en depresión. Nos desconectamos de nuestro mundo emocional para protegernos. Luchamos contra nosotros mismos. Contra los monstruos que creamos. Te hundes. Tu vida se desmorona de la nada. Todo lo que te sostenía, ya no lo hace. Luchas. Sufres. No entiendes nada. Solo sabes que duele. Constatas que la depresión paraliza tu vida temporalmente. Surgen de la nada mil y una razones para acallar la poderosa voz interna de nuestro mundo emocional, que no hacen más que complicar las cosas para, encima, no poder silenciarlo totalmente. Lo único que conseguimos es estrechar la amplitud de nuestra vida, quedando atrapados por la vulnerabilidad de la depresión. Cuando te quieras dar cuenta, no puedes salir. Quedas atrapado por la oscuridad y la frialdad del incomprensible sufrimiento y dolor al que te somete la depresión.

Fingimos muy bien, tenemos escaparates donde nos exponemos sonrientes y felices, es lo que demanda los tiempos que vivimos. El buenorollismo y la happycracia no nos ayudan. Hay que prestar atención a cómo nos sentimos, escucharnos. Invertir tiempo en hacer cosas gratas, no forzar la máquina, descansar lo suficiente, la depresión agota. Jean-Paul Sartre dijo:  “cada hombre es lo que hace con lo que hicieron de él”. Toca cuidarno, ver que hacemos con lo que nos hicieron. Toca bucear, ver, mirar prestarse atención, escuchar lo que el cuerpo, las emociones y la mente dicen, hacerlo con amor, con compasión, con sumo cuidado. Nos tenemos. Nos amamos. somos. 

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2 Responses
  1. Adriana

    Preciosa Anca,
    Siempre hablas de amor, aceptación y respeto… maravillosa combinación!!!
    Muchas gracias!!!
    Buen día y mejor semana
    Adriana

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