Los problemas no existen, los creamos 

Cada uno de nuestros problemas empieza en nuestra mente, es un pensamiento, un juicio y está ligado al pasado. En el presente no hay problemas. El pasado se pega al presente, con la ayuda complice de nuestra mente. Sí, suena raro, pero es así. Pensamos, pensamos y seguimos pensando. Sin pensamiento, no hay problemas. Hay situaciones que requieren de tu atención para ocuparte de ellas. Punto. Cuando miras al pasado, solo pierdes el tiempo y refuerzas lo que sea que estés pensado sobre lo ocurrido. La mayoría de nuestros problemas son creados por nuestra mente y se pueden resolver tomando un desvío, moviéndote de donde estás, ocupándote. Haz lo que sea que tengas que hacer, pero deja de pensar en ello, solo haz. Acción.

Vivimos en modo juicio constantemente

Obsérvate: vives juzgando todo el rato, a todos, todo, menos a ti. Lo habitual vamos. Qué rápidamente nos formamos una opinión sobre otras personas, qué rápidamente llegamos a una conclusión sobre ellas. O sobre una situación, sobre lo que sea. A la mente egoica le resulta satisfactorio etiquetar a sus congéneres, darle una identidad conceptual, pronunciar juicios severos sobre ellos y todo lo que le rodea. Cada uno de nosotros hemos sido condicionados a pensar y comportarnos de cierta manera, tanto genéticamente, como por nuestras experiencias, el entorno cultural y social en el que crecimos y nos desarrollamos. No es que ese ser humano sea así, es así como se presenta. Cuando emites un juicio respecto a alguien, confundes los patrones mentales condicionados con lo que esa persona es. Pones en marcha un patrón profundamente inconsciente y condicionado. Das a esa persona una identidad conceptual, y esa falsa identidad se convierte en una prisión no sólo para ella, sino también para ti. Evitar el juicio no implica ignorar lo que el otro hace; implica reconocer que su conducta es su forma de ser, su forma de hacerlo; implica verla y aceptarla tal como es, sin construir una identidad para esa persona a partir de su condicionamiento. Eso te libera del laberinto mental que has creado y, al que tienes enfrente, lo liberas de la etiqueta, de la identificación con el condicionamiento, con la forma, con la mente, entonces el ego ya no rige tu juicio.

La clave está en la atención

Mientras el ego dirija tu vida o acapare gran parte de tu tiempo, la mayoría de tus pensamientos, emociones y acciones surgirán del deseo, de tus inseguridades y del miedo. En tal caso, en las relaciones, o bien demandarás, o bien temerás algo de la otra persona. Sea lo que sea que quieras, cuando diriges tu atención al momento presente en lugar de usarlo como un medio para un fin, vas más allá del ego y más allá de la compulsión inconsciente de usar a la gente como un medio para un (tú) fin, siendo el fin, tu propio fortalecimiento a costa de los demás. Cuando prestas toda tu atención a la persona con la que estás interactuando, dejas fuera de la relación el pasado y el futuro. Cuando estás plenamente presente, cuando estás con otros, renuncias a la identidad conceptual que has creado para ellas, tu interpretación de quiénes son, de lo que hicieron en el pasado, y eres capaz de interactuar prescindiendo de los movimientos egóicos del deseo, la inseguridad y del miedo. Es reparador poder ir más allá del deseo, de las inseguridades, del miedo en las relaciones. Si su pasado fuera tu pasado, si su dolor fuera tu dolor, si su nivel de conciencia fuera tu nivel de conciencia, pensarías y actuarías exactamente como él/ ella. Esta compresión trae consigo perdón, compasión, calma, paz.

Hay esperanza

Así nos pasamos la vida, juzgando, creándonos problemas, escenarios, juicios, pero sí, hay esperanza. Somos prisioneros de nuestra mente, quedamos atrapados en el laberinto de nuestro ego. Creamos nuestra realidad entre juicios y problemas existenciales (o no) y vivimos retroalimentándonos constantemente de la misma basura que nuestra mente crea sin cesar. Creamos nuestra realidad. Creamos identidaddeds para los demás. Así somos. Somos lo que pensamos. Creamos entornos y patrones adictivos, tóxicos para nuestra mente. Entre Dolor y Dolor, siempre se abre la Vida. Entre Sufrimiento, Traumas y Dolor siempre hay Vida. Siempre hay Esperanza. Aunque no la veas. Aunque no la sientas, la hay. La Vida es así, nos romperá el corazón de todas las formas inimaginables. La Vida casi nunca es justa, o sí, solo debes afrontar los golpes, aprender y seguir adelante, aún con el corazón roto, con el alma hecha trizas, sigue, avanza, no pares. Cuando tengas el corazón roto, tendrás que arreglarlo, ocuparte de él, tendrás que volver a confiar y desde luego que ésta es la parte más difícil. Pero hay que ilusionarse de nuevo, hay que confiar, hay que seguir soñando, tienes que amarte y creer firmemente en ti. Olvídate de los demás. Dejar de pensar. No puedes ni debes vivir con miedo toda la vida. Te caes, te levantas y te vuelves a caer. Si ni siquiera te mueves por temor a caerte, en realidad ya te has rendido.  Si sigues igual que siempre, ya te has rendido. Si no abres tu mente, ya te has rendido. Si no ves más allá con la mente abierta sin juicios, ya te has rendido. Eso es así. Nuestra habilidad para adaptarnos es increíble. Nuestra capacidad de cambiar es espectacular. Somos resistentes, solo falta trascendernos a nosotros mismos, y, querido mío, eso es lo más difícil, mirar dentro con humildad.

Todo es necesario. Todo es perfecto tal y como es. Estamos hechos de todo lo bueno y todo lo «malo» de nuestros padres y ancestros, somos perfectos, los problemeas no existen, los creamos; deja de hurgar en el pasado y en la mierda ajena. Suerte, ánimo, afronta lo tuyo, deja de mirarte y verte en los demás y deja de culpar a todos de lo que tú vives. Sé responsable. Ocúpate de ti. Vive.

Hondo abrazo, gracias, gracias, gracias.

Anca.

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2 Responses
  1. Adriana

    Desde que me lo dijiste hace un año lo pongo en práctica y…. corroboro que todo lo que escribe es cierto.
    Muchas gracias Anca!!!

    1. Jajajaja gracias bonita! Gracias por ponerlo en práctica y ser tan, tan constante. Solo así se avanza…

      Fuerte y hondo abrazo.

      A.

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