¿Piensas, o estás en piloto automático?

Haz este ejercicio diariamente: observa tus pensamientos, cáptalos apenas salen ¿De qué tipo son? ¿Qué inducen en ti? ¿Qué te provocan?¿Qué estado emocional te genera haber pensado eso? Observando y haciéndote estas y otras preguntas, puedes identificar a través de tus emociones, qué clase de pensamiento es, por si te quedaban dudas. Si no sabes que muchos de tus pensamientos son dañinos para ti, fíjate cómo te sientes al pensarlos, a dónde te llevan al poco tiempo.

Cuando un pensamiento es destructivo, te rompe, te anula, te saca de plano. No importa hacia quién está dirigido o sobre qué tema. Es hacia ti mismo, siempre. Carcome tus emociones, desgasta, haciéndolas vibrar muy lento y pesado. Bajas tu frecuencia vibracional, desde el amor -que es nuestro estado natural-, al de emociones como enfado, tristeza, rabia, culpa y un largo etcétera de estados y comienzas a sentirte cada vez peor. Sin embargo, al no ser consciente de que fue ese pensamiento quien originó tu actual estado, dejas correr la mente libre, lo sigues pensando y  retroalimentando.  Al alimentarlo cobra vida y, como todo ser, quiere más y más. Y  por eso se mantiene en el foco de tu atención. Sigues esa línea de pensamiento, a veces hasta las últimas consecuencias, (que son la enfermedad y la muerte), intentando desentrañar, comprender, justificar. 

Eso hace la mente en estado salvaje: es una maquina hecha para descodificar, ingresando datos y produciendo juicios que resisten a lo que ha sucedido. Ella solita lo hace brillantemente, a través de argumentos. Incluso, al ser invadida por el miedo crea supersticiones, fantasías, dependencias. Eres (o deberías ser) el dueño de tu mente, eres quien dirige tus pensamientos, pero en general no lo haces, dejas que ellos te piensen a ti, vives en piloto automático. Puedes detener la cadena. Es una práctica cotidiana, hasta que incorporas el observador. A veces los pillas una vez que aparecieron y desencadenaron tus emociones, y a veces antes que eso. Luego este observador se hace cada vez más presente y fuerte. Aparece un nuevo pensamiento: él lo observa y no juzga, lo detiene y decide no pensarlo. Al otorgarle más energía y poder al observador, verás que es capaz de hacerlo sin esfuerzo. Cuando a un pensamiento decides no pensarlo, le quitas la vida. Es su fuente de electricidad la que estás cortando, y se apaga. Mirando hacia otro lado, ellos se debilitan y desaparecen. Ya no te demandan hambrientos desde tu cuerpo mental, abarrotado; sino que lo vas despejando y recobrando la energía consumida por ellos.

Pero el Universo, como el receptor infinito, sí nos escucha. Y fiel, manifiesta aquello que pensamos (doy fe). Si nos da miedo tal persona, cada vez que la veamos se transformará en ese monstruo que mi pensamiento creó. Tan simple como eso. Y así es con todo lo que avivamos en nuestra mente: miedos a carencias, falta de certezas, dudas sobre nuestro poder y valía. Todo es manifestado al pie de la letra, porque así lo hemos pensado, tal cual y así se manifiesta.

¿Imaginas lo que podríamos ser y hacer los humanos si supiéramos que somos dueños de nuestra realidad? Es por eso que nos vemos bombardeados por el miedo, la inestabilidad, imágenes de horror, odio, sangre, desencanto, dolor, mentiras… para que tengamos la cadena suelta, sin control. Sabiendo esto, aprendes entonces a dejar de escuchar a ciertas personas que con sus propias correas desatadas azuzan a las tuyas, aprendes a apagar los medios que te influencian hacia ese tipo de pensamientos, que no son tuyos, te los inoculan y que sin notarlo lo permites.

Es cada vez más difícil pensar con claridad, inocencia y alegría, dada la cantidad de información “basura” ingerida a lo largo de la vida que queda indexada en tus neuronas, creando nexos y conexiones entorno a lo mismo, a los pensamientos “basura” que se apoderan de tu mente constantemente.

Comienza hoy, un ayuno de estímulos. Comienza a observar cada pensamiento que aparece en tu mente. Aunque al inicio no puedas detenerlos completamente o llegues tarde; simplemente ser consciente de ellos te hará encontrar la rienda. Aunque aún no tires de ella. Si logras sostener este ejercicio unos  pocos días con firmeza, rápidamente verás los cambios en tu entorno y emociones. Te reto a experimentarlo. Nadie puede decirte dónde está esa rienda, la tienes que descubrir y sostener tú mismo, probar cómo funciona, porque funciona. Hasta que no experimentes cómo es crear tu realidad, seguirás siendo pensado por los pensamientos de otros, pasivamente, y esclavo de tu propia mente. Cuando tú decides qué pensar y qué no, construyes tu mundo, todo lo ves de otro modo, con mas calma, serenidad, con otra luz, con amor, como siempre lo fue y ya siempre lo será. 

Una vez que logras domar tu mente y sus salvajes pensamientos, puedes darle más rienda aún. Ahora puede que sea realmente libre, antes parecía libre pero sólo estaba en piloto automático. Tu pensamiento ahora puede llevarte lejos, a la profundidad de la reflexión que trae paz, placer, disfrute. Porque es una herramienta fina, sutil y aguda a la par, que penetra en los poros de la realidad, en la magia de la naturaleza, y te hace ser parte de los detalles de la creación. Así la usas. 

¡No dejes de pensar!

Esos pensamientos solo amplían y expanden tu Ser, traen más luz de la que puedas imaginar, y te sorprenderás. Porque una vez que apagas tu “radio” interior, conectas con el pensamiento universal, las reflexiones de tu Alma traen buenas e interesantes noticias. Y hablan de tu verdadero Yo. Has apagado el ruido mental, triste, rencoroso, agresivo, severo… y has encendido la conexión con tú Ser superior, a través de ese observador neutral, que es tu Consciencia Plena. ¡Enhorabuena! Desde la Conciencia Plena ahora irás llenándote de vida y amor; ahora eres un alma en un cuerpo pensando al mundo y no a la inversa. 

Gracias, gracias, gracias, en especial por tu tiempo.