Crisis existencial, igual a transformación, crecimiento, expansión

En el transcurrir de nuestra existencia es ineludible que vivamos situaciones difíciles, duras,  pérdidas, separaciones, muertes de seres queridos que dan como resultado crisis mayores o menores, dependiendo de la índole de la pérdida y el grado de egocentrismo de la persona. Estas circunstancias y experiencias vitales donde se derrumba toda nuestra estructura vital, son como un tsunami emocional en el que predominan los sentimientos de vacío, miedo y soledad, así como de aislamiento, indiferencia, pérdida de energía y sentido, en definitiva: desaparecemos del mapa y pasamos a sufrir lo denominado como la noche oscura del alma, que es como un salto cuántico en nuestra humilde existencia, una iniciación espiritual, un tiempo de incubación para que la crisálida se convierta en mariposa. Es absolutamente necesaria una desintegración para que se dé la transformación que nos lleve más allá de nuestras capacidades, mas allá de nuestros limites. Tenemos que aceptar la noche oscura del alma y vivir en consonancia a ella porque el alma se alimenta de la oscuridad tanto como de la luz. Tocar fondo nos conecta con lo profundo y oscuro, nos conduce al vacío de nuestro ser, nos lleva hacia la transformación y renovación.

Te cuento… Hay noches oscuras del alma y descensos a los ineludibles infiernos, pero claro, cubiertos de lodo, no lo vemos, no vemos nada y caemos sin freno. No hay que tener miedo a ese espacio oscuro, gélido, desierto, solitario, ni al vacío, solo tenemos que intentar no abandonarnos del todo. Solo desde aquí, desde este punto puede emerger un vacío fértil, una presencia total que nos liberará y en este sentido, la oscuridad y el caos preceden siempre a una expansión de la conciencia, al crecimiento.

El crecimiento personal no es un proceso lineal, ni controlable, eso sí, es progresivo. El alma se hace visible, se manifiesta y madura con el descenso a lo oscuro, crece cada vez que tocamos fondo. Es un proceso necesario para aprender a vivir desde el alma, en lugar de desde la tiranía del ego, con menos certezas y mas atentos a las intuiciones y las emociones. Hemos de rendirnos y dejar que el dolor nos pula, nos forje, purifique, cambie y transforme. El alma se nutre de la noche oscura. Es gestación, germinación para renacer, una oportunidad para recuperar la conexión con la esencia, frente al control del ego y la fuerza de la razón y el control. Ya nos ocuparemos mas adelante de las sombras, de los valles lúgubres y sombríos de nuestro espacio interior, nos miraremos de frente, con honestidad y sin duda alguna, en este lugar desierto donde estamos, en esa misma oscuridad en la que nos hallamos y no vemos nada, aquí mismo, encontraremos la propia fuerza para salir adelante.

Las crisis nos invitan a dar espacio al alma, a expandir los límites que la definen, a confiar en ese nivel profundo de la existencia. La vida se empeña en transformarnos, no nos queda más remedio que rendirnos a ella, no podemos evitar algunos sufrimientos, tenemos que dejar morir nuestro Yo, aprender y expandirnos desde el dolor y el sufrimiento. Resistirnos a la noche oscura, es instalarse en un estado defensivo, estéril, inútil. La oposición a la realidad, nos saca de plano, tratar de evitar el sufrimiento solo genera más dolor, pero sí podemos aliviar el dolor sin negarlo, sin tratar de huir de él. Las lágrimas son muy necesarias, alivian la tristeza, la frustración, el dolor y también disuelven las defensas egóicas, diluyen las máscaras y las corazas del ego, dejamos de ser víctimas, nos ocupamos.

Las pérdidas y las crisis tienen la misión de revelarnos que somos Alma, que la vida es compleja y sabe mejor que nosotros lo que nos conviene; aunque no nos lo parezca, Dios, el Universo o lo que sea que nos rija, tiene otros planes para hacer que nuestra alma resplandezca. En algún momento hemos de abandonar el infantilismo, el victimismo, la ilusión de control, nos tenemos que arrodillar y aceptar la voluntad divina. En la noche oscura del alma, accedemos al mundo que menos nos gusta de nosotros mismos, a la parte oscura, oculta, desconocida, rechazada, no conocida, que es a la par nuestro máximo potencial. Tenemos que rendirnos al movimiento interno de realización personal, abrazarnos con fuerza, esperar y confiar. En la medida en que asintamos, nos rindamos y cooperemos con ese movimiento hacia las profundidades, antes saldremos del abismo.

La noche oscura del alma, es un viaje sagrado, iniciático, solitario, muy solitario. Es el viaje del héroe. Únicamente cuando nos vemos obligados a abandonar la zona de confort de “lo conocido” y atravesamos las profundidades de lo desconocido descubrimos nuevos máximos recursos. Es un vacío fértil, es la transformación: destruye para crear, crea para destruir. Representa el ciclo Vida/Muerte/Vida. Destruye la pequeña voluntad, el orgullo, el egoísmo y todo sentido de ser “importante” y “especial” para crear un nuevo estado de conciencia. Porque la emergencia de lo nuevo conlleva a la muerte de lo viejo.

Sonrio. Ya pasé algunas y sé que en éste tipo de crisis se echa en falta una ayuda, no sentirse tan solo y abandonado, porque nos abandonamos sin limites. El alma se revela, lucha, te obliga a replantearte el discurrir de tu vida. Es la conexión con uno mismo para revisar la propia vida, tus cimientos, tus bases, es tiempo de transformación. El ascenso comienza con el descenso a las profundidades y al caos, a los mas oscuros y fríos abismos. Hay que adentrarse en la oscuridad, permanecer sin miedo en el no saber, confiar, no luchar. Muchas personas que han pasado una enfermedad grave saben hasta qué punto ha sido significativa y ha transformado su vida. El remedio, la cura para el alma es precisamente la enfermedad.

En las pérdidas y las crisis, la identidad egoica se derrite, se funde, desaparece. La función de las crisis y las pérdidas es destruir la pequeña voluntad para permitirnos reconciliarnos con la Gran Voluntad. Nos sintonizamos con algo más grande. En el proceso se gana confianza, hay algo que nos guía, así me convertí en sanadora herida y es desde aquí desde donde puedo realizar mi auténtica aportación a la vida, estoy más viva, presente y consciente y alumbro el camino de otros que transitan por estos caminos y lo hago con compasión. Algunas personas nos transformamos mediante el dolor y las crisis, otras se instalan en la amargura, la tristeza y la desolación, se abandonan en una actitud de víctimas. Las crisis y las pérdidas son las grandes maestras de la vida, nos colocan al borde del abismo. Podemos elegir entre ser aprendices, discípulos de la vida o víctimas.

El fracaso es una experiencia imprescindible que nos ayuda a madurar, a ser humildes, mientras que el éxito continuado puede mantenernos en un estado de omnipotencia y superficialidad. Tenemos la opción de sufrir y lamentarnos o aceptar que las noches oscuras del alma forman parte de la vida, y colaborar con lo inevitable para que sea una etapa creativa y enriquecedora, preguntándonos: ¿qué sentido tiene esto en mi vida?, ¿qué me aporta?, ¿qué parte de mí necesita y pide transformarse? Hay infinidad de muertes y renacimientos en la vida y nos lleva a acceder a nuevos niveles de conciencia y la crisis o tocar fondo, no es mas que un peldaño más de esa larga escalera que nos conduce a ser mas conscientes.

Es un gran privilegio ver los procesos de crisis, cambio y transformación de las personas que acuden a mi. Suelen venir rotas, asustadas, confusas, doloridas, perdidas. Sé con certeza que son procesos sanadores de renacimiento para ir más allá de sus límites. La pérdida siempre lleva consigo una ganancia, sin duda. Hemos de dejar espacio para que emerja lo nuevo, aceptar la muerte de ciertos aspectos o viejas estructuras ya caducas y reconocer que las crisis son necesarias para el crecimiento y desarrollo de nuestras potencialidades internas. El proceso de transformación se inicia cuando aceptamos que nos hallamos en un momento de cambio, al alinearnos, sintonizar y descubrir cómo expresarlo de forma creativa. Es bueno transformar el dolor en lo que sea que nos ayude a encontrar símbolos y metáforas que nos inspiren para reconectar con nuestra naturaleza instintiva e intuición, en definitiva con nuestra esencia, con nuestra alma.

Ayudo a las personas a salir airosas y reforzadas de sus crisis existenciales, aliviando el dolor, la tristeza, los desafíos, conflictos y frustraciones; todo esto nos ayuda, posibilitan el crecimiento y la evolución de nuestra conciencia. Cada sufrimiento y dolor es una puerta que se abre a otro plano. El dolor y la pérdida cumplen la función de despertarnos a nuestra verdadera naturaleza primigenia, descubrir quiénes somos más allá de la máscara de la personalidad y nuestros condicionantes. Cuando muere el ego, el alma resplandece y se reafirma. Nos hacemos más humildes. Desaparecen las capas de orgullo, soberbia, vanidad, arrogancia y narcisismo; destruyen capas de egocentrismo,  soberbia, perfeccionismo, rigidez e intolerancia. Se resquebrajan nuestras corazas, nos volvemos translucidos, permeables a la vida. La noche oscura del alma encierra la oportunidad de acceder a nuestra espiritualidad al sentirnos uno con el otro, tu eres yo, yo soy tú, la fuente de la compasión reside en reconocemos en los demás.

A través de las sucesivas crisis, accedemos a la humildad, generosidad, paciencia, bondad, compasión, confianza, gratitud, amor incondicional, a la esencia de nuestra verdadera naturaleza. Ante las pérdidas, las crisis y el sufrimiento hay una necesidad de búsqueda de significado y sentido de la existencia. Surgen las preguntas y el ámbito de la espiritualidad proporciona respuestas a nuestros interrogantes existenciales.

Y tú ¿estas en crisis, has pasado alguna noche oscura del alma, sobreviviste y te hiciste más fuerte o te quedaste ahí lamentándote, llorando y no aprendiste nada?

Gracias, gracias, gracias. 

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4 Responses
  1. Erick

    Así es Anca . El fracaso/crisis en ocasiones son vías para reinventarnos , conectar con partes dormidas , evolucionar;es tan necesario como el éxito.

  2. Adriana

    “el alma se alimenta de la oscuridad tanto como de la luz”…
    Tan bello, tan cierto! Y sí, largas noches oscuras pero: MENOS MAL QUE ESTÁS PRECIOSA ANCA!!!
    Besos y buena semana
    Adriana

    1. Muchas gracias por tus amables palabras mi querida Adriana. Siempre estaré al servicio para ayudar a los demás a transitar este tortuoso y duro camino.

      Fuerte abrazo.

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