Mi personal homenaje a los funambulistas de la vida.

Nada es seguro, todos lo hemos comprobado alguna vez. Cuando vives en la cuerda floja constantemente, o como un principiante funambulista, averiguas que, o te concentras, prestas y te prestas atención, miras dónde pisas, o vas al suelo. Lo bueno de verte abajo (porque en todo hay una parte buena) es que ahora, solo puedes ir hacía arriba, podríamos decir, pero hay algo más en todo esto. Eckart Tolle dice en su libro El poder del ahora: “Estás aquí para posibilitar el despliegue del propósito divino en el universo. ¡Eres así de importante!”. La vida da muchas vueltas, nos saca de plano en cero coma, solo nos queda entrenar cada día nuestra atención para poder enfrentarnos a los (des)equilibrios que a veces nos ponen a prueba los avatares de la vida para lograr nuestro propósito divino. Y se puede lograr, y tanto que sí, doy fe de ello.

Conste aquí en esta primera entrada en mi blog, mí personal homenaje a todos los funambulistas de la vida, esos que pelean con crisis existenciales, con traumas, con problemas de todo tipo, con frustraciones y miedos, con inseguridades, con dolor, con mil y un problemas. Todo tiene arreglo, o casi todo. Solo se requiere voluntad de cambio, y eso es algo muy personal, muy íntimo, algo que no lo puede decidir nadie, solo Usted. Nadie le sacará de ningún problema, agujero, o de donde sea que se encuentre, si Usted no quiere cambiar.

Volviendo a tocar fondo, cuando se está ahí abajo, donde todo es feo, desagradable, oscuro, sin salida y no ve nada, ha de tener esperanza “hay una grieta en todo; solo así entra la luz” dijo Leonard Cohen. Existe una posibilidad que se abre en cada situación, por muy imposible que todo parezca. Se requiere de amabilidad y empatía para con uno mismo, de instantes de comunicación congruente con uno mismo; de ínfimas grietas que se abren a la solución cuando se analizan problemas difíciles. 

Se requiere de esperanza. Y por descontado, se requiere de saber aprovechar todo lo que nos habilita para ver más allá de la oscuridad reinante, vislumbrar la necesidad de cambio. Engancharnos al deseo de cambio como a un clavo ardiendo, desplegar la perseverancia con cada intento, con el compromiso en el hacer, con la búsqueda comprometida de acuerdos, de resiliencia, de compasión y  amor y hacia nosotros mismos.

Seguir adelante, supone deconstruir para construir. Abramos las grietas para que la luz entre, miremos nuestras cicatrices. Confíe, confíe en su alma, escuche su cuerpo, haga caso a las señales de incomodidad. No hay mayor gurú que le ayude y guíe, que su Yo interior. Es el dueño supremo. Es el único que puede llevarle a su meta y el único que le acogerá al final del camino y celebrará con usted su victoria.  La vida da muchas vueltas, solo confíe. 

Gracias, gracias, gracias, en especial por su tiempo.

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