El amor no duele
Duele la ausencia de los planes que un día vislumbramos construir y se han esfumado. Duelen las expectativas relegadas a segundo plano. Duelen los sueños hechos añicos por las decisiones de otros. Duele no ser correspondido. Duele no entregarse.
Cuando te entregas, surge el milagro. El amor triunfa. ¿Pero como llegas allí, a la entrega? Es complejo hacerlo si vienes roto por traumas, por tus heridas, por otras relaciones. ¿Cómo te entregas al amor? Con fe. Con confianza. Hazlo, aunque sea con miedo, hazlo.
Duele no saber recibirlo. Sin duda, duele negarse a recibir amor. Muchos no saben. Se cierran en banda. Se lo niegan de plano. Lo rechazan. Se rechazan a sí mismos. Ahí te sueltas, cuando no sabes recibir el amor que otros te dan. Duele no amarte.
Duele vernos, creernos solos. Duele imaginar nuestras manos vacías del amor y del cariño ausente, duele no sentir amor. Duele. Pero el amor no duele, sana, reconforta, te da tu lugar, te hace grande. Ámate, ama.
Cuando aprendes a amarte, el alma misma lo agradece y la libertad te abraza. Creces. Te expandes. Fluyes con los altibajos de la vida, en un constante aprendizaje y cuando aprendes a soltar te das cuenta que mantenerte aferrado, era en realidad lo que más te lastimaba, eran expectativas. Solo te falta aprender a amarte y a recibir el amor que otros te profesan.
¿Aprendes a ser amado, o sigues en el dolor cerrado al amor?
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